10.6.08

Treinta días han pasado...

... y todavía no me hago a la idea que no está... ni estará...

A diario tengo "flashes" de su cara, su risa, su genio... y, a pesar que nuestra relación nunca fue modélica, hecho de menos esa diferencia cultural que tantos muros puso a nuestro entendimiento, que tan lejos y cerca nos ha tenido estos 23 años... como Padre e Hija.
Es difícil pensar en las cosas que te quedaron por resolver, por entender, por explicar, ya han quedado en esa categoría... "Pendientes".
Nadie avisó que su tiempo podía acabar así, de repente, sin despedidas, sin cuenta atrás y en la distancia... es ahora cuando uno hace balance y piensa en lo que pudo haber sido... es inevitable, y me atrevería a decir que sano (sin abusar, claro).
De nada sirve lamentarse... y siempre que uno hace las cosas con el corazón, con resultados satisfactorios o no, del corazón salen, y como tal se valoran positivamente.

Algunos días, al llegar a casa, lo veo en el sillón sentado con sus hombros algo cansados del duro palo con el que la vida le brindó su 2ª juventud. No es justo, me digo a mi misma con rabia contenida, pero a su vez el conjunto de fortunas adquiridas en todos estos años no tienen valor, aunque en ocasiones no fuéramos conscientes de ello.

Siempre me consideré afortunada de su enorme generosidad, querer como a una hija a alguien que ni siquiera la sangre que corre por sus venas del mismo color son...
Eso es lo más importante para mí...
... atrás dejo los roces florecidos de las diferencias culturales y generacionales...
Temd-

4 comentarios:

Satautey dijo...

Te entiendo y aunque sea en la distancia tienes todo mi apoyo. Yo no se que decir en estos momentos sino quizas...FUERZA¡¡¡¡
Muchos besos

Lolita Blahnik dijo...

muchos animos!! besitos y abrazos reconfortantes.

violetazul dijo...

como dices, supongo que forma parte del proceso experimentar todos esos sentimientos entremezclados de pena y rabia..
un abrazo muy fuerte y muchos besos también!

Adijirja dijo...

El sentimiento de la pérdida no creo que se supere nunca, pero en tu mano está el aprender a vivir con ello. Y parece que vas por el buen camino.